Durante unos minutos en que nadie te moleste
siéntate en una silla con el respaldo recto. Cierra los ojos. Pon los pies
descalzos en contacto con el piso. Imagina que de las plantas te están saliendo
raíces que atraviesan alfombra, piso, tierra, agua y todo aquello que se
encuentra debajo de nosotros, hasta llegar lo más lejos posible, hasta el
centro del planeta.
Continúa y visualiza como de lo alto de la
cabeza, de la coronilla te sale una luz nacarada, lo más brillante que pueda
existir y que esa luz atraviesa techos, nubes, éter, hasta llegar a la galaxia
más lejana y más allá todavía. A esto se le llama “anclarse”.
Ahora “escucha” una música angelical, “huele”
los aromas relacionados con los ángeles, principalmente jazmín, azahares,
rosas, naranja y violetas. Siente como tu ángel te abraza. Imagina la suavidad
de sus alas y la tibieza de su cuerpo junto al tuyo, protegiéndote, guiándote,
enseñándote, dándote todo el amor que mereces por designio Divino.
Con la mente háblale a tu ángel, dile tus
preocupaciones, pídele consejo y consuelo, Cuéntale todo aquello que está en el
fondo de tu corazón, aquello que no te atreves a compartir con nadie. Reconoce que, aunque sabes que siempre está a su lado, durante mucho tiempo dejaste de
compartir con él, pero de ahora en adelante esto irá cambiando. Pídele que te
diga cómo es y cuál es su nombre.
Tu ángel responderá. Si no lo hace el mismo
día, repite la invocación. El nombre (que casi siempre tendrá la terminación "el", como en Miguel o Gabriel, te llegará a un nivel mental, como
comunicación telepática, Pon atención para reconocerlo. También es posible que
sueñes a tu ángel. Cuando lo recibas, dale las gracias y pídele su protección.
Tu ángel guardián fue creado por Dios
específicamente para ese propósito. Puedes hablarle todo el día, como a un
amigo y pedirle ayuda hasta en las cosas más cotidianas, como encontrar las
llaves. También puedes solicitarle que traiga otros ángeles destinados a cuestiones
específicas, como la curación o encontrar un amor sincero.