Es un dije o colgante
lleno de trocitos de metal que al chocar entre sí producen un sonido. También
pueden ser pequeños cascabeles y todo aquello que produzca tintineos
melodiosos.
A la hora del anochecer
sentimos invisibles presencias, susurros y hasta un roce sutil indefinible: Son
los ángeles: vienen y van, escuchando nuestras peticiones, susurrándonos
melodías y esparciendo aromas.
Según la leyenda,
a las hadas y duendes los “Llamadores de Ángeles” les fueron regalados por los
ángeles hace más de mil años para que se los dieran a los humanos que debían
agitarlos y producir el sonido para llamarlos en caso de necesidad. Se usan
colgados a la altura del del corazón para atraer protección, guía,
enseñanza, claridad de propósitos, sabiduría para escoger lo mejor y que nos
abran los caminos. Se cree que las mujeres embarazadas alejan las malas vibras que pudieran llegar a su bebé, mediante el tintineo de los llamadores.